las ruinas
El amor posible pero no realizado comprueba su verdadera naturaleza cuando se transforma en recuerdo –un recuerdo desprovisto prácticamente de contenido: emociones, situaciones ambiguas, roces-. El amor -a distancia, declarado, convertido en algo definitivamente imposible- se convierte en aquello que nunca ha dejado de querer ser: un puro goce de lo inactual, de aquello que en el fondo no es más que un goce del tiempo puro, un goce nacido del contraste entre el recuerdo de un amor que habría podido existir, que podría haber extraído alguna apariencia de sentido al no haberse realizado. (...) La virtualidad del amor se contempla de lejos, en el momento en que, convertida en ruina, deja de ser una virtualidad.
El espectáculo de estas suntuosas ruinas no despierta en quien las contempla ningún recuerdo propiamente dicho. Por el contrario le conmueve en lo más hondo la evidencia de un tiempo sin objeto que no es el tiempo de ninguna historia.
-Marc Augé, Le temps en ruines-
.